De Atrevidos y Locura

por | Mar 16, 2016

Mucha gente pequeña,
En lugares pequeños,
Haciendo cosas pequeñas
Puede cambiar el mundo.

Eduardo Galeano

El escenario político en 2016

Desde hace muchos años se han vivido “días sombríos” llenos de engaños; estafas y codicias de instituciones y grupos políticos. Resultado de ello, la propia institucionalidad ha quedado interrogada.

En este contexto,  hay que permitirse decir algo, no puede haber espacio a la indiferencia y cada uno con lo que sabe y con la experiencia humana  tiene que ser una voz que de esperanza y empuje hacia un nuevo horizonte y aunque pueda parecer que esta voz sea un grito que clama en el desierto no se puede abdicar sobre aquello que se cree verdadero; haciendo en consecuencia la acción que se considera necesaria, digna, valiosa.

Al escuchar en distintos medios las noticias sobre delitos y engaños es lícito preguntarse: ¿cómo es que las personas, nuestra propia gente, valoren el engaño, la usura y deterioro del otro como una manera de lucrar y así “sacar una tajada”?. ¿Qué sucede que siendo todos chilenos -ligados ineludiblemente  por una misma historia, caminando por las mismas calles y comiendo el mismo pan-, se valore perjudicar al otro para el propio beneficio?.

Las acciones delictivas –de manera especial la de estos últimos años y  sobre todo las de “cuello y  corbata”- se producen en términos globales cuando las personas y los grupos humanos -que generalmente son de poder-  van olvidando que el otro existe como sujeto, de manera que éste queda invisibilizado, desvalorado o depreciado; sin duda esto es un acto violento. Y cuando hay violencia el otro no cuenta como sujeto sino como propiedad.

Esta anulación (violencia) va produciendo  que inevitablemente la  persona sea calificada como objeto, usualmente de consumo y por lo tanto, descartable.

Hay un sentir desesperanzado y  hay tantas situaciones en el país  donde  la ciudadanía  queda como  servidumbre voluntaria o involuntaria de algún Otro que la domina y que con mucha dificultad puede hacer consciente de qué es y cómo opera.

De esta manera, una y otra vez  el objeto que antes era un sujeto se vuelve  repetidor  de un  discurso que resuena en su  interior como un eco de este algún Otro. Intuir que este discurso de poder (político) actúa en cada sujeto oprimiendo su creatividad,  es difícil,  ya que trae consigo la anulación de “ser”, impidiéndole expresar y decir algo de sí. Finalmente el sujeto comienza a (des)naturalizar el propio discurso para luego extraviar el discurso social, perdiendo así la capacidad de tomar decisiones de manera autónoma y colectiva.

No está demás, entonces, generar una interrogación al saber establecido, al  poder y a la subjetividad, para brindar  la posibilidad de relacionar desde distintos focos la reflexión profunda (ética) sobre lo que sucede en la sociedad, generando así un horizonte para innovar, recrear y hacer algo nuevo consigo mismo y con el entorno.

La esperanza

Por eso, hay que forjar en primer lugar, un discurso y una praxis social que libere de este estado de servidumbre y funde así las condiciones que contribuyan a posibilitar la recuperación del valor humano del  respeto (Prof. Galdames J.). Donde exista la oportunidad de alegrarse con la felicidad del otro o gozar con la alegría del vecino o del compañero de trabajo cuando le va bien. ¿Cómo no conmoverse con el trabajador que no ha tenido las oportunidades que otros si tuvieron  y que ha caminado durante 40 años a las 6.30 de la mañana a su trabajo bajo el frío y la rutina forzada que paraliza la posibilidad de crear y recrear los anhelos que algún día alimentaron sus esperanzas?.

Hay que estar convencido de que es a través de los procesos profundos que implican medularmente, la re-flexión, esto es un plegarse sobre sí mismo para extraer desde la propia intimidad, “chispazos” de entrega noble, capaces de encender hogueras de justicia y de convivencia armónica (Prof. Galdames J.). Despertando así conciencias  y logrando convergencias y divergencias sobre temáticas sociales que son comunes a todo grupo humano.

Resulta clave entonces, abrir caminos para  analizar, reflexionar y dialogar ayudando a que otras personas se ayuden y así cada cual asuma y se haga responsable del lugar que ocupa, en  otras palabras: se descubra adulta/o.

A equilibrar la balanza

Cuando  se pregunta cómo contribuir a que las cosas mejoren, no hay que ir muy lejos para buscar qué hacer. Lo primero es “equilibrar la balanza” de la desigualdad y equidad desde la función social que cada cual ejerce. Lo anterior es clave, porque es un llamado ético ineludible. La Ética tiene que ver con la Justicia, no en el sentido legal, sino en el plano de  aquello que es equitativo y equilibrado (lo que es “justo”). Quien actúa con justicia es feliz, dirá Aristóteles. Y quien logra hacer feliz a una persona, es ética.

En tiempos de injusticia (sin ética) hay que levantarse del escritorio para terminar con la brecha de desigualdad.  Hay que abrir  espacios  para promover la toma de decisiones  a través de la investigación, reflexión y diálogo social. Afinar el oído, la vista y también el cuerpo (que  suele hacerse síntoma de aquello que queda sin forma y sin texto) con objeto de generar y recrear nuevos discursos y nuevas prácticas.

Promover iniciativas y surgimientos (para no decir emprendimiento, término que se ha utilizado tanto por grupos políticos) para que las personas puedan desarrollarse a pesar de las dificultades que muchas veces no han sido buscadas, sino que heredadas.

Hay que establecer las condiciones para  ayudar a ayudarse y “empujar” lo mejor de sí mismo. De manera de poder vivir una vida plena y de acuerdo al deseo que habita en cada uno.

Quisiera invitar a soñar esta locura! Y cómo no hacerlo si no es a través de la locura! –no en el sentido de insanidad, sino de osadía para romper esquemas sociales injustos que de tanto repetirse alcanzan niveles estadísticos de “normalidad” (aquello que ocurre cotidianamente) –y que sabiendo irregular- deja de conmover (Prof. Galdames J.)- Lo neurótico reprime pero la locura libera la creación, porque vuelve atrevido a quien  permite atreverse.

Hay un llamado a escuchar en lo profundo de cada uno aquello que señala la dirección de abrir caminos a los otros y al hacerlo también es una manera de recorrer y abrir los propios.

Ps. Mauricio Pizarro Castillo

Mauricio Pizarro Castillo

Mauricio Pizarro Castillo

 

Psicólogo Clínico y vocacional.
Especialista en Análisis Institucional y procesos de Grupos.
Magister en Educación en currículum y evaluación.
Profesor de Filosofía y Especialista en Inclusión Educativa.
Creador de la Fundación Abriendo Caminos para la inclusión Social
Creador de la Clínica Educativa para el desarrollo y análisis de los procesos de formación en educación.
Director de Círculos Grupales: diálogos, reflexión y masculinidades.
Es Jefe del Centro de Desarrollo Integral de la Liga Chilena contra  la Epilepsia.

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