El Pratriarcado y la atrofia emocional que genera en los hombres y sus masculinidades

por | Sep 29, 2022

1° “ENCUENTRO MASCULINIDAD, PATERNIDAD Y CRIANZA” 
 ANÁLISIS DE EMERGENTES GRUPALES

INTRODUCCIÓN

Este primer encuentro nace como un espacio de escucha entre hombres (hombre en el sentido de sentirse como tal o como fuese la definición de cada uno) y cuya primera temática fue el ejercicio de la masculinidad, la paternidad y crianza.

El conversatorio es una respuesta a la intuición de que lo masculino ha ido quedando interrogado en estos últimos tiempos (tal vez los últimos 70 años) y por ello resulta necesario ofrecer un espacio que nos permita escuchar y dar sentido a las temáticas y problemáticas de lo que significa ser hombre hoy en una sociedad que nos exige comportamientos estereotipados, pero que también nos privilegia y de lo cual solemos ser poco consientes. Hay privilegios innegables administrados por el patriarcado, pero también padecimientos a cargos del poder y que cuesta más dilucidar.

REFLEXIONES DE LAS EMERGENCIAS DEL TRABAJO GRUPAL

 

Como todo trabajo de grupo, se pueden rescatar varios emergentes (estos son las emergencias del discurso que no están a la vista en primera instancia pero que develan un contenido que es necesario rescatar haciéndolo consciente), que mostraron entre otras cosas, varias maneras de vivir las masculinidades, las paternidades y las crianzas. Digo todo esto en plural, pues no hay “una” sola manera de ser masculino, ni de ser padre ni de criar.

Listado de emergentes de la sesión grupal:

Perder el nervio
Pactos masculinos
Patriarcado invisible
Masculinidades cuestionadas
No nos creen capaces
Querer ser padres y no poder
Expresar esa feminidad interna
Lloré mucho
Se sufre en silencio
 
 

Lograr hacer una lectura exacta del significado de los emergentes es imposible, pero sí se puede ofrecer una lectura -entre tantas otras infinitas- que aporte a las múltiples reflexiones de cada persona, a la puesta simbólica de lo que significa ser hombre, ser masculino, ser padre, etc.

Los hombres también lloran: “(…) lloré mucho…; “(…) Se sufre en silencio”

 

Si bien “lo masculino” aparece en la historia como dueño de muchos de los privilegios (como por ejemplo estar fuera de la ley o de la norma), a su vez, también hay un costo, un residual, este es: una larga historia de carencias”. Es decir, lo masculino tiene privilegios descarados –es irrefutable-pero también carencias, las cuales por lo general no están visibilizadas, lo que convierte –y no es fácil dar cuenta de ello- que donde hay masculinos hay sujetos sufrientes y por sobre todo atrofiados.

Ahora bien, me atrevo a pensar que estos privilegios y estas atrofias son ejercidas por el patriarcado como fiel vasallo del poder y de la violencia que es inmanente a éste. En otras palabras, hay un padecimiento del poder ejecutado por el patriarcado y lo masculino (o masculinidades) no ha escapado a ello. Pues algo se cuela en el discurso de un sujeto masculino cuando habla de carencias profundas:No nos creen capaces”; “Querer ser padres y no poder”.

No es menor referirse a la relación de masculinidad y poder, pues éste genera a partir de las relaciones, diferentes estrategias de conductas y condicionamientos sociales, que suelen pasar desapercibidos, pero que también son violentos, aunque no haya registro consciente de ello. Hay una acción del poder que produce sometimiento soslayado, el cual no se ve, pero se padece.  Pareciera que hay un “(…) Patriarcado invisible” que no deja a nadie sin alcanzar. Este patriarcado aparentemente privilegia una construcción de “hombres”, lo cual ha puesto a lo masculino en un sitial privilegiado, sin embargo, no hay que olvidar que, al fondo de esto, es el poder actuando para someter y que dicho sea de paso, consigue mayor eficacia si pasa desapercibido. De ahí que las conductas quedan normalizadas, naturalizadas y heteronormadas. Sufre así lo masculino y lo femenino.

 

Estar completos “(…)Perder el nervio”; “(…) expresar esa feminidad interna”

Pareciera que la condición para “(…)expresar la feminidad interna” está dado por “perder el nervio”. Es interesante este juego de palabras emergentes, pues en la cultura popular se le llama al pene “el nervio”. Es como si en una primera lectura se debiese hacer una suerte de castración simbólica para acceder a “(…) expresar la feminidad” que cada persona pudiese albergar y que por normas de género o diversas costumbres, quedan relegado al territorio de lo femenino. Ahora bien, en una segunda lectura, “(…) perder el nervio”, también puede ser referido a atreverse, “atreverse a ser dueño de sí mismo” y “lanzarse a la piscina”. Es como si lo femenino también pudiese ser compatible con lo masculino y viceversa. Tal vez, una manera de sentirse completo es asumir lo que hay de uno de femenino y mirarlo como una oportunidad de expansión de sí mismo. Sin el nervio o con él, hay que atreverse a ser uno mismo, hay que escapar de la “matrix” y ver lo propio de sí rompiendo los esquemas que someten y obligan a comportamientos estereotipados. De esto habló Kant largamente cuando se refería a la posibilidad de ser una pesona Ilustrada. (¿Qué es la ilustración?, 1784).

En todo caso, pareciera que hay una necesidad de completud en todos los ámbitos. En lo general, se puede pensar que hay una sensación permanente de “falta”, de no ser felices. Pasa, por ejemplo, con el consumo excesivo, el que, como artilugio de un sistema perverso de acumulación despiadada de riqueza, pretende hacer creer que consumir o comprar aquello de oferta, nos torna seres completos o felices, lo que es una ilusión. No hay objeto que completa. Más bien, solo asumiendo la propia falta nos hará sentirnos -paradójicamente- más íntegros.

Mi identidad interrogada: Querer ser padre y no poder, masculinidades cuestionadas, Pactos masculinos.

Pareciera que también hay un pesar inherente en tanto ser masculino. Un cierto mal estar de no poder expresar lo que se es, es decir, todas las “(…) masculinidades cuestionadas”. Me parece que, si bien todos más o menos estamos de acuerdo en los privilegios, queda una sensación de que hay una opresión, es como si se tuviera que ejercer la masculinidad con un componente clandestino, oculto, bajo “(…) pactos masculinos”. Queda la interrogante del padecimiento en tanto sujeto masculino, donde los afectos no pueden expresarse naturalmente. Al final, un control, una represión que genera cierta atrofia afectiva que limita las posibilidades de ser un sujeto individuado.

Ps. Mauricio Pizarro Castillo

Mauricio Pizarro Castillo

Mauricio Pizarro Castillo

 

Psicólogo Clínico y vocacional.
Especialista en Análisis Institucional y procesos de Grupos.
Magister en Educación en currículum y evaluación.
Profesor de Filosofía y Especialista en Inclusión Educativa.
Creador de la Fundación Abriendo Caminos para la inclusión Social
Creador de la Clínica Educativa para el desarrollo y análisis de los procesos de formación en educación.
Director de Círculos Grupales: diálogos, reflexión y masculinidades.
Es Jefe del Centro de Desarrollo Integral de la Liga Chilena contra  la Epilepsia.

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